El engaño transhumanista es una amenaza mortal

Para aquellos de ustedes que tal vez no sepan qué es el transhumanismo, el movimiento transhumanista se basa en una mentira fundamental. Promete la evolución de la humanidad más allá de sus límites naturales, ofreciendo un futuro donde el hombre se fusiona con la máquina, donde la muerte es conquistada a través de la tecnología y donde la inteligencia artificial supera la inteligencia humana. Esta visión se presenta como inevitable, como el siguiente paso en el progreso humano. Pero en esencia, el transhumanismo no es progreso en absoluto. Es una rebelión contra Dios, un intento de rehacer a la humanidad a imagen de aquellos que rechazan el orden divino. El transhumanismo no es una idea nueva. Es simplemente una iteración moderna del engaño más antiguo de la historia. La misma mentira susurrada en el Jardín del Edén: seréis como Dios. Es decir "el potencial del conocimiento ilimitado" o la tentación ofrecida por la serpiente a Adán y Eva.

Los orígenes del transhumanismo también lo encontramos en seres mitológicos que son referencia para corrientes de pensamiento que postulan la combinanción de tecnología para mejorar las capacidades del ser humano. Además los movimientos animalistas y ambientalistas, en donde en base al relativismo cultural se pretende otorgar derechos o convertir en sujeto de derecho a los animales, árboles, ríos y montañas, los seres mitológicos vuelven a ser objetos de estudios. Utopías para mezclar seres humanos con animales y tecnología. El transhumanismo choca con la ética y moral cristiana.

Los seres humanos procesamos de forma natural los estímulos sensoriales en un marco de memoria, imaginación y otras ideas para crear modelos conceptuales que nos ayudan a comprender e interactuar con nuestra realidad física, somos mortales, con debilidades y dependemos de Dios. El deseo de ser inmortales se manifiesta en la creencia de que la tecnología puede liberar al hombre del sufrimiento, el envejecimiento e incluso la muerte misma. El engaño central del transhumanismo es la creencia de que la conciencia humana puede ser cargada en máquinas, que la mente no es nada más que un conjunto complejo de datos que pueden transferirse a un medio artificial. Esta idea tiene sus raíces en el materialismo, la falsa filosofía que niega el alma y reduce a los seres humanos a nada más que un software biológico. Si la mente es solo información, entonces puede ser copiada, modificada y mejorada como un programa de computadora. 

EL ENGAÑO TRANSHUMANISTA
El chip de Neuralink quiere mapear nuestros cerebros, el proyecto de Elon Musk y otros, es inocular un nano chip en el cerebro con la capacidad para conectarse a la red neuronal y de allí a la “nube” del pensamiento humano. Sobre las consecuencias de estas nuevas tecnologías y cuando se hará realidad podría especular, pero ante las circunstancias que se presentan actualmente, debemos advertir que este proceso se ha acelerado exponencialmente. Raymond Kurzweil, director de ingeniería de Google, inventor y futurista, calcula que en la próxima década todo el cerebro humano habrá sido mapeado y estará listo para conectarse a la nube tecnológica. Recomiendo su libro “La era de Máquinas Espirituales”.

Nuestro cuerpo es un máquina casi perfecta y es nuestra responsabilidad cuidarlo y esforzarnos por estar sanos y fuertes y vivir el mayor tiempo posible para nuestra dicha personal y familiar. No creo que haya nada necesariamente malo en eso. Pero cuando lo llevas demasiado lejos, cuando saltas de la salud a la arrogancia, es cuando se convierte en un problema filosófico, teológico y existencial. ¿Quién de nosotros no desea retrasar la muerte, estirar el tiempo un poco más? La ciencia médica ha prolongado la vida antes. ¿Por qué no ir más allá? Pero una mirada más profunda revela que esta ambición no se trata simplemente de salud o longevidad, sino de control y captura de recursos financieros estatales. Con esta tendencia en marcha, la Organización Panamericana de Salud esta difundiendo el concepto de "democratización de la longevidad", que compite con el proceso de "selección natural" y pone a prueba la capacidad de protección de la inmunidad individual y poblacional a lo largo de la vida. Un camino hacia la "longevidad saludable" tiene como destino más control y dependencia estatal.

El sueño de escapar de la muerte no es nuevo. Desde Gilgamesh hasta los alquimistas, la humanidad siempre ha buscado formas de desafiar sus propios límites. Sin embargo, todos los imperios humanos que intentaron diseñar la perfección terminaron en ruinas. Los nuevos alquimistas como Bryan Johnson y el movimiento transhumanista simplemente actualizan este antiguo impulso con las herramientas de la era digital, intercambiando el misticismo por la neurociencia, los conjuros por algoritmos. Sus rutinas diarias, un riguroso protocolo de dieta, ejercicios e intervenciones médicas, personifican sus compromisos con esta visión. Sin embargo, debajo de la superficie de esta cruzada de alta tecnología se esconde un anhelo humano más profundo, casi primario, el deseo de escapar de la inevitabilidad de la muerte, un tema que resuena en todas las culturas y épocas.

La tecnología CRISPR-Cas9 permite editar el código genético humano, y es utilizado para corregir genéticamente enfermedades como cáncer de colon, hemofilia y enfermedades biliares entre otras. Esta misma tecnología puede utilizarse para detener el envejecimiento humano y se experimenta en ratones con resultados muy alentadores, también, se ha creado un gato fosforescente resistente al SIDA combinando su ADN con el de una medusa. Esta tecnología del "corta y pega" ya revolucionó la genética, pero aún así tenemos que asumir humildemente nuestras limitaciones. Este tecnoutopismo también revela una ceguera espiritual más profunda. Supone que el sufrimiento, el envejecimiento y la muerte son meros fallos en un sistema por lo demás casi perfecto, defectos que hay que eliminar en lugar de realidades que hay que entender.

El transhumanismo impulsa la idea de “superioridad de los biohackers” en el sentido de: “editar”, alterar el ADN humano para que no sufra enfermedades, lo cual nos lleva a la creación de una “raza superior” (para quienes puedan pagar por ella), con todo lo que implica en sus connotaciones supremacistas. Quizas muchos estarán pensado: "en cierto grado ya somos transhumanos desde hace mucho y no nos hemos dado cuenta". Es ciertp, el ser humano siempre ha usado la tecnología para modificar su entorno y también a su cuerpo. Hemos echado mano de avances científicos en muy diversos sentidos, para mejorar nuestra calidad de vida, nuestras funciones corporales, nuestras capacidades. 

Pero para que realmente alguien pudiera ser considerado como “transhumano”, tendría que dejar de lado su esencia humana. ¿Qué es la esencia humana? Quizá la más antigua pregunta de la historia de la filosofía. En la teoría aristotélica, "la forma es la esencia de las cosas, aquello que hace que una cosa sea eso y no otra cosa". Y si aplicamos este criterio, nadie dejaría de ser humano por usar implantes de nalgas o senos, por usar lentes, por usar dentadura de odontólogo o prótesis. 

¿Y se dejaría de ser humano si se le implantara un chip que le permitiera, por ejemplo, guardar sus recuerdos, y conectarse a una red a nivel neurológico en caso que tal cosa sea ya posible? ¿O si se le implantara un tipo de lentes para acceder a la realidad virtual que venderá Meta, el metaverso de Mark Zuckerberg? Estas modificaciones le proporcionarían algunas ventajas a quien las use, y seguramente también, algunas desventajas.

 El fondo de todo esto es que se trata de acaso el mejor negocio jamás emprendido: vender la “inmortalidad”, o en el menor de los casos, vender una mejor salud, estar libre de ciertas enfermedades. Por todo esto, el engaño transhumanista en una amenaza mortal. 

Nunca voy a celebrar la muerte, pero entiendo que es un misterio o una historia mayor. La amenaza del movimiento transhumanista no es solo su futalidad, sino su idolatria, la tentación y/o creencia de que podemos alcanzar la vida eterna en nuestros propios términos, convirtiéndonos en dioses mediante nuestro propio ingenio.

La medicina, la tecnología y la innovación son dones que debemos administrar. Fente al transhumanismo hay dos caminos: escoger la inmortalidad religiosa, u optar por la que ofrecería la tecnología y tener con qué pagarla. Esa decisión definirá no a una generación, sino la continuidad o el final de nuestra civilización occidental.



Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Qué se logró en la cumbre climática COP29 - 2024?...NADA

El ranking SCImago: Clasifica 4° a la UCV ¿otro plagio?

¡ALERTA! LAS MONEDAS DIGITALES DEL BANCO CENTRAL YA ESTÁN LISTAS