Bitcoin de revolución a regulación
En un paso regulatorio decisivo para el futuro de Bitcoin y las criptomonedas en Estados Unidos, la
Cámara de Representantes aprobó oficialmente la Ley de Orientación y
Establecimiento de Innovación Nacional para las Monedas Estables de EE. UU.
(GENIUS, por sus siglas en inglés) y la Ley contra las Monedas Digitales de los
Bancos Centrales (CBDC, por sus siglas en inglés).
Sin embargo, no
ha sido un proceso fácil. La Ley GENIUS, que busca crear un marco
regulatorio para las stablecoins (criptomonedas vinculadas a un activo como el
dólar), finalmente se aprobó el
jueves por la tarde, pero no antes de que el debate sobre las criptomonedas
desencadenara suficientes disputas internas en el Partido Republicano como para
complicar la agenda de la Cámara de Representantes.
Estas dos Leyes más la Ley CLARITY que busca definir y dividir la supervisión regulatoria entre la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) y la Comisión de Comercio de Futuros de Materias Primas (CFTC) están respaldados por el presidente Donald Trump y el secretario del Tesoro, Scott Bessent, la Ley GENIUS ahora se dirige al escritorio del presidente para su firma, mientras que la Ley CLARITY y Anti-CBDC se dirigen al Senado.
Sin
embargo, para cualquiera que sigue la historia de Bitcoin, la
pregunta más importante es, que tienen que ver estas leyes con los objetivos
originales de la criptomoneda.
“Este
proyecto de ley ayuda a establecer un marco sólido que promueva el crecimiento
y que brinde a los innovadores la certeza de que los activos digitales volverán
a Estados Unidos”, declaró el
congresista Addison McDowell. “Un paso clave para convertir a Estados Unidos en
la capital mundial de las criptomonedas”.
Las raíces de las criptomonedas se remontan a la crisis financiera de 2007-2008, que sembró una profunda desconfianza en las instituciones que supuestamente mantenían estable el sistema global. "La idea de que uno podría ser su propio banco entusiamo a millones de personas".
Una característica clave de las criptomonedas es su descentralización, lo que permite intercambiar fondos sin intermediarios como los bancos. El consagrado libro blanco de 2008 , que esbozó por primera vez un plan para bitcoin, comienza describiendo "una versión puramente peer-to-peer de dinero electrónico" que funcionaría "sin pasar por una institución financiera".
El misterioso
autor del artículo, conocido bajo el seudónimo de Satoshi Nakamoto y cuya
identidad ha sido objeto de intensas especulaciones, se mostraba escéptico
respecto al poder estatal y al bancario. En correos electrónicos enviados en 2008, Nakamoto afirmó que su invento era "muy
atractivo para la perspectiva libertaria" y advirtió que
"los gobiernos son expertos en desmantelar redes controladas centralmente". Las
criptomonedas liberarían a los usuarios de las monedas fiduciarias controladas
por los gobiernos. "El problema fundamental con las monedas convencionales
es que... se debe confiar en que el banco central no devalúe la moneda, pero la
historia de las monedas fiduciarias está llena de violaciones de esa
confianza", escribió Nakamoto.
Sin embargo, el
estado actual del panorama de las criptomonedas parece estar muy lejos de
la visión original de Nakamoto. Las poderosas instituciones que se pretendía evitar se están
preparando para convertirse en actores importantes del sector. Lo mismo ocurre
con el gobierno federal: el presidente Donald Trump (cuya familia dirige una empresa de criptomonedas) emitió una orden ejecutiva en marzo que establece una reserva estratégica de Bitcoin financiada por el Tesoro. Bank of América y
Citibank anunciaron esta semana que están trabajando en el
lanzamiento de criptomonedas estables.
Es más, han
surgido poderosas instituciones intermediarias a raíz del auge de las
criptomonedas. Los usuarios individuales, en lugar de gestionar
sus propias interacciones con un registro de blockchain transparente, recurren
a grandes plataformas de intercambio como Binance como
punto de entrada al mercado y almacenan sus tokens en servicios de billetera
digital populares.
Si el Senado aprueba, la Ley CLARITY marcaría un hito importante en el enfoque del gobierno federal hacia la regulación de Bitcoin y las criptomonedas. Sería un retroceso en la innovación, la descentralización financiera y privacidad, propósitos originales de Bitcoin.
El diseño de bitcoin era extremadamente inteligente y una enorme innovación, pero con el tiempo ese plan se desvaneció. Intentaba deshacerse de intermediarios opacos que manipulaban los mercados a costa de la gente común. Con el paso de los años, su propia comunidad, paso a paso, recreó esas mismas estructuras e instituciones que originalmente pretendía eludir.
Los ideales libertarios fueron frustrados desde el principio por los mineros de criptomonedas adinerados, que usan el poder de las costosas GPU para acumular más bitcoins de los que un pequeño usuario podría minar. La tecnología blockchain está bajo control por todo tipo de inversionistas y operadores tradicionales. Se suponía que bitcoin iba a facilitar el acceso a servicios financieros digitales descentralizados a miles de millones de personas.
Con la aprobación de la Ley GENIUS, la privacidad de las transacciones con bitcoin está en juego, porque es cuestión de tiempo que la regulación alcance a las billeteras digitales de bitcoin y entonces el anonimato de las transacciones con criptomonedas será un delito. La inteligencia artificial podría ayudarnos a interactuar directamente con el comercio de criptomonedas, sin necesidad de intermediarios. Hay que ser optimistas.
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