USAID: la organización criminal del estado profundo

USAID fue creada por una  orden ejecutiva del presidente John F. Kennedy en 1961 para promover la política exterior de Estados Unidos ofreciendo a los países en desarrollo asistencia técnica, ayuda con la educación y la atención médica y socorro en casos de desastres.

Durante décadas fue una herramienta esencial para la política exterior y es la esencia viva del estado profundo en los Estados Unidos. Para los ingenuos, una expresión tangible de la "bondad y la generosidad del pueblo estadounidense".

La idea de John F. Kennedy era que convertir a los países pobres en ciudadanos estables del mundo también beneficiaría a los ciudadanos estadounidenses. Una nación estable y próspera es un buen aliado, decía Kennedy.

Sin embargo, el "halo humanitario" de la agencia se apaga cuando se la examina más de cerca. Los críticos cuentan la historia de una agencia que se ha vuelto corrupta y rebelde, que malgasta millones de dólares de los contribuyentes en programas inútiles, que se niega a responder preguntas básicas de los comités del Congreso y que socava activamente los objetivos de política exterior de los Estados Unidos.

Sin control estatal, con presupuestos siderales, el estado profundo globalista utilizó USAID para tener injerencia en procesos electorales en todo el mundo, para liderar programas masivos de esterilización de mujeres en Perú, para avanzar la agenda globalista imponiendo el aborto, la homosexualidad y el transgénero, para organizar golpes de estado y sobornar periodistas corruptos, para construir laboratorios de armas bioquímicas, para ayudar al cultivo de drogas y para financiar infinidad de actividades semejantes.

Propósito perdido

Dirigida por seres malvados que impulsan la agenda globalista, USAID es una organización criminal desde hace décadas. Resulta dificil precisar cuántos millones de dólares derrochó la agencia, pero los hallagos que están saliendo a la luz son enormes. La agenda progresista mundial se benefició con los fondos del organismo y por ende, de los bolsillos del contribuyente estadounidense.

Los que dirigían este infierno no eran lunáticos radicales como dijo Donald Trump, eran gente que desempeñaba una serie de planes degenerados desde el punto de vista moral, perversos desde la ética y criminal desde el punto de vista del derecho internacional. USAID y su red de ONGS se han resistido a la supervisión de los Congresos nacionales en todo el mundo, lo que ha generado una cultura de desafío y obstruccionismo a investigaciones por denuncias de socavar activamente los objetivos de política exterior de los Estados Unidos y de ser un gran negocio de ONGs comunistas y socialistas.

Entrenar para la tortura y para atentados de falsa bandera, canalizar dinero a los terroristas islámicos, dedicarse a cultivo de droga en Afganistan para llenar el mundo de drogas, extorsionar naciones para que avancen con el aborto, la ideología de género y la homosexualidad, es criminal. Por eso la existencia de la USAID no tiene justificación alguna.

La USAID fue un gran negocio para el estado profundo y las ONGs. En esencia, lo que está sucediendo es que Trump llegó al poder con un plan detallado para purgar a los elementos hostiles del “estado profundo” de Estados Unidos, que en este contexto se refiere a sus burocracias militares, de inteligencia y diplomáticas permanentes, y que en algunos casos también incluyen las administrativas y de otro tipo. La USAID fue un componente importante de la estructura de poder de Estados Unidos durante décadas antes del segundo mandato de Trump, por lo que su desmantelamiento es crucial para enterrar esta organización criminal.





  


 

 


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