El infierno socialista se congeló en Bolivia
El comunismo Boliviano ha sido derrotado por primera vez en dos décadas, según los resultados electorales preliminares, ya que los votantes eligieron a un senador centrista funcional al socialismo y a un ex presidente de derecha para enfrentarse en una segunda vuelta presidencial que podría traer un cambio en las políticas económicas.
El senador "centrista" Rodrigo Paz y el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga ganaron el domingo la mayoría de los votos en una reñida carrera por la presidencia en este país de 12 millones de personas, según resultados no oficiales de un recuento inicial que muestra a los dos muy por delante en una tendencia que los analistas dicen es irreversible. Sus victorias marcan el fin de una era comunistta en Bolivia, donde el movimiento del expresidente Evo Morales ha dominado la política desde su elección en 2005 como el primer presidente indígena del país. Mientras el país enfrenta su peor crisis económica en 40 años, los votantes exigieron un cambio.
El llamado "milagro económico" de Evo Morales fue aclamado como un éxito socialista durante sus tres mandatos presidenciales. A su gobierno se le atribuyó "haber sacado a millones de personas de la pobreza", eran la "clase media socialista". Invirtió miles de millones de dólares en proyectos de obras públicas que "transformaron la sociedad", incluyendo teleféricos que sobrevuelan la capital administrativa. La continua popularidad de Evo Morales, tras tres mandatos y un controvertido intento de lograr un cuarto, impulsó la elección de Luis Arce en 2020, su exministro de Economía y sucesor elegido.
Pero, al igual que sus contemporáneos latinoamericanos de izquierda a principios de este siglo, el gasto público de Morales dependía de la entrada de efectivo proveniente del auge mundial de las materias primas. Todo cambió tras el desplome de los precios del gas natural, el principal producto de exportación de Bolivia. Las exportaciones de gas disminuyeron, las importaciones aumentaron y el banco central comenzó a quedarse sin dólares, fuen entonces cuando los bolivianos comenzaron a utilizar el Sol peruano para sus transacciones cotidianas.
En los últimos meses, los bolivianos se han visto obligados a dormir en sus coches esperando llenar el depósito ante la escasez generalizada de combustible. La inflación, que hasta 2023 se mantuvo controlada en un 2%, superó el 16% en julio. Quienes dependen de los productos alimenticios subsidiados por el gobierno han tenido que hacer largas filas para comprar pan. Hacer fila para todo, es lo cotidiano.
En resumen, el país se derrumbó igual que la Venezuela de Hugo Chávez: una gran entrada de dinero por la venta de recursos naturales, una ronda aún mayor de gasto público y, de repente, los payasos comunistas se quedaron sin dinero. Sucede siempre.
Me sorprende que los comunistas en el gobierno no hayan manipulado las elecciones lo suficiente como para mantenerse en el poder. El infierno se congeló en Bolivia; se cierra otra historia de fracasos de la izquierda del siglo XXI, esa que promete igualdad, "justicia social" y progreso, pero con sus nefastas políticas que inevitablemente avanzan en la dirección opuesta.
El socialismo no puede existir, no es que sea bueno o malo, es un imposible, porque es un sistema que no puede calcular, sin propiedad privada no hay precios, sin precios no hay cálculo económico, sin cálculo económico el sistema se derrumba. El socialismo te vende el cielo pero te entrega el infierno en la tierra.
Sin embargo, las casi tres décadas del Siglo XXI son, hasta ahora, la mejor época del castrochavismo, pues son dueños absolutos de varios países y sus crímenes se cometen con total impunidad. Asumirlos derrotados es un lujo que los peruanos y bolivianos no podemos darnos.
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